-Tendrás que olvidarte de él -dijo Grace, como si fuera tan fácil como decidir cambiar las sábanas de la cama.
-Lo haría si pudiera. -Me habría cortado gustosamente un brazo si pensara que eso podía frenar el dolor. Pero me sentía pequeña e impotente frente al enorme poder de éste.
Durante el verano había abrigado la esperanza de que mi sufrimiento tuviera un límite. Ahora comprendía que siempre iba a estar ahí y que nada conseguiría apagarlo.
-Ten un poco de amor propio -me instó Grace.
-Me encantaría tenerlo -repuse con voz queda-. Si supiera dónde conseguirlo, iría allí como una bala.
-Sólo has de decidir que lo tienes.
Negúe con la cabeza.
-Grace, no hay nada más aterrador...o humillante que el hecho de que alguien ya no te ame.
-Le ocurre a todo el mundo. -Grace era desafiantemente práctica.
-Yo no soy todo el mundo. Yo no soy normal.
Grace la observó.
-Y, seamos realistas, Grace, aunque no estuviera jodida -conseguí soltar una risita-, aunque fuera la persona más equilibrada y alegre del planeta, olvidarse de él no es fácil.
Igualmente Grace tiene razón. Al igual se está precipitando esperando que sea inmediato, pero te digo yo que el tiempo y las nuevas experiencias hacen que la vida te vuelva a sorprender
ResponderEliminarFlemático